Mladen Dolar - Una voz y nada más - Intro + Caps. La etica de la voz- La politica de la voz.pdf

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MLADEN DOLAR
UNA VOZ
y nada más
MANANTIAL
Buenos Aires
Título original:
A voice and nothing more
The Mit Press
© 2 0 0 6 Massachusetts Institute of Technology
Traducción de Daniela Gutierrez y Beatriz Vignoli
Diseño de tapa: Pablo Rey
Dolar, Mladen
Una voz y nada más - l a ed. - Buenos Aires : Manantial,
2007.
232 p. ; 14x22 cm.
Traducido por: Daniela Gutierrez y Beatriz Vignoli
ISBN 978-987-500-102-2
1. Psicoanálisis. I. Daniela Gutierrez, trad. II. Vignoli, Bea-
triz, trad. III. Título
CDD 150.195
Hecho el depósito que marca la ley 11.723
Impreso en la Argentina
© 2 0 0 7 , Ediciones Manantial SRL
Avda. de Mayo 1365, 6
o
piso
(1085) Buenos Aires, Argentina
Tel: (54-11) 4 3 8 3 - 7 3 5 0 / 4 3 8 3 - 6 0 5 9
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www.emanantial.com.ar
ISBN 978-987-500-102-2
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ler, la transmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma
o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias,
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Su infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446.
índice
Palabras preliminares. Un libro acerca de
la voz como objeto, por Slavoj Zizek
Introducción.
Che bella voce!
1. La lingüística de la voz
2. La metafísica de la voz
3. La "física" de la voz
4. La ética de la voz
5. La política de la voz
6. Las voces de Freud
7. Las voces de Kafka
Bibliografía
índice analítico
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Palabras preliminares
UN LIBRO ACERCA DE LA VOZ
COMO OBJETO
Slavoj Zizek
En muchas obras de Shakespeare parece que él hubiera leído
a Lacan y hubiera incorporado sus intuiciones a sus argumentos.
Una de las obras más "lacanianas" de Shakespeare es
A buen fin
no hay mal comienzo.
El conde Bertram, quien siguiendo órde-
nes del rey se ve obligado a casarse con Helena, hija plebeya de
un médico, se rehusa a vivir con ella y consumar su matrimonio,
diciéndole que sólo consentirá en ser su esposo si ella se quita del
dedo el anillo ancestral y tiene un hijo de él; al mismo tiempo,
Bertram trata de seducir a la bella y joven Diana. Helena y Dia-
na traman un complot para devolver a Bertram a su legítima
esposa. Diana se pone de acuerdo con Bertram en que pasará la
noche con él, diciéndole que visitará su alcoba a medianoche;
allí, en la oscuridad, la pareja intercambia sus anillos y hacen el
amor. Sin embargo, sin que Bertram se haya dado cuenta, la
mujer con quien pasó la noche no fue Diana sino Helena, su pro-
pia esposa. Cuando más tarde se enfrentan, él tiene que admitir
que se han cumplido las dos condiciones para que él reconozca
su matrimonio. Helena se quitó del dedo el anillo ancestral y tie-
ne un hijo de él. ¿Cuál es entonces el estatuto de esta broma de
alcoba? Al final del Acto III, Helena misma ofrece una definición
maravillosa:
Bien, ensayemos esta noche
nuestro complot; que, si se apura,
es intención maligna en una acción legítima,
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UNA VOZ Y NADA MÁS
y legítima intención en una acción maligna;
donde no hay pecado, y sin embargo pecan ambos;
pero pongámonos manos a la obra.
Estamos tratando realmente con algo que a la vez es "inten-
ción maligna en una acción legítima" (¿qué puede ser más legíti-
mo que un matrimonio consumado, un marido que se acuesta
con su esposa? Y aun así la intención es maligna: Bertram cree
estar en el lecho con Diana) y una "legítima intención en una
acción maligna" (la intención de Helena, dormir con su marido,
es legítima, pero la acción es maligna: ella engaña a su marido,
quien lo hace creyendo que él la engaña a ella). En su
affaire
"no
hay pecado, y sin embargo pecan ambos": no hay pecado, por-
que lo que sucede es una simple consumación del matrimonio;
pero pecan ambos, ya que los dos se engañan entre sí. La pre-
gunta aquí no es tanto si "a buen fin no hay mal comienzo", por
cuanto el desenlace final (en realidad no pasó nada malo, y la
pareja de casados se ha unido, cumpliendo el voto matrimonial)
cancela las intenciones y trucos pecaminosos, sino que se trata de
una pregunta más radical: ¿y si la regla de la ley sólo pudiera
cumplirse a través de intenciones y actos malignos o pecamino-
sos? ¿Y si, para poder regir, la ley tuviera que confiar en este jue-
go subterráneo de engaños y fingimientos cruzados? Esto tam-
bién es lo que señala Lacan con su proposición paradójica de que
il n'y a pas de rapport sexuel
(no hay relación sexual): ¿no ha
sido acaso la situación de Bertram en su noche de bodas el des-
tino de la mayoría de las parejas casadas? Uno le hace el amor a
su pareja fiel mientras "la engaña en su mente", fantasea que lo
hace con otra. La relación sexual real precisa sostenerse en este
suplemento fantasmático.
Es posible imaginar una variación del argumento de Shakes-
peare en la que esta dimensión fantasmática hubiera sido incluso
más palpable, una variación del relato judío de Jacob, que se ena-
moró de Raquel y quería casarse con ella; su padre, sin embargo,
quería que él se casara con Lía, la hermana mayor de Raquel.
Para que Jacob no fuera engañado por el padre ni por Lía, Raquel
le enseñó por cuáles señas reconocerla en la noche de bodas. La
víspera de ésta, Raquel se sintió culpable ante su hermana y le
dijo cuáles eran esas señas. Lía le preguntó a Raquel qué pasaría
si él le reconocía la voz. Entonces la decisión fue que Raquel estu-
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