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El español de América en contacto con otras lenguas
John M. Lipski
Universidad del Estado de Pennsylvania (Estados Unidos)
1. Introducción
El estudio del español de América ha pasado por varias etapas en cuanto al enfoque de
los factores responsables para la enorme variación regional y social. Los primeros estudios,
como cabía esperar, eran exclusivamente descriptivos y casi siempre representaban un solo país,
generalmente el lugar de residencia del autor. Escaseaban los trabajos comparativos y por lo
tanto muchas monografías sufren de redundancia o atribuyen equivocadamente unas
características a influencias regionales cuando en realidad se encuentran más allá de las fronteras
del país respectivo. Se reconocían las contribuciones de las lenguas indígenas en lo que respecta
al léxico, pero en general cada variedad regional del español se presentaba sin referencia a su
proceso de formación. Seguían después los estudios sociodemográficos que pretendían explicar
la diversificación del español de América como consecuencia de los orígenes regionales y
sociales de los primeros colonos (p. ej. Boyd-Bowman 1964, 1968, 1972; Rosenblat 1977). En la
misma época llegaron las primeras monografías sintéticas sobre el español de América, que
ofrecen una perspectiva comparativa y a la vez unas explicaciones tentativas de la división de
Hspanoamérica en grandes zonas dialectales; podemos citar los trabajos de Cotton y Sharp
(1988), Fontanella de Weinberg (1976), Kubarth (1987), Lipski (1996a), Malmberg (1971),
Montes Giraldo (1982), Moreno de Alba (1988). La última etapa de estudios de variación enfoca
el aspecto sociolingüístico de las comunidades de habla, tanto diacrónica como sincrónicamente;
podemos citar los trabajos pioneros de Lastra (1992), Lavandera (1984), López Morales (1993),
Silva-Corvalán (1989). Un componente esencial de la investigación sociolingüística es el
reconocimiento de los efectos del contacto con otras lenguas y dialectos sobre la diversificación
del español. Podemos afirmar sin exagerar que en la actualidad, aunque se siguen produciendo
trabajos descriptivos así como análisis formales (de sintaxis y fonología) sobre la variación
regional y social del español de América, el estudio del contacto –de lenguas y dialectos–
representa el área de investigación más fructífera. A continuación se presentarán unos casos
prototípicos a fin de ejemplificar las consecuencias del contacto lingüístico, algunos de ellos
descritos con mayor detalle en Lipski (2004b, 2004c, 2005).
2. El español en contacto con lenguas indígenas de América
La enorme diversificación del español de América se debe a múltiples factores, pero sin
duda alguna la contribución más importante ha sido el contacto con las lenguas autóctonas a lo
largo de más de cinco siglos de convivencia lingüística y cultural. En la actualidad existen
todavía grandes zonas dialectales caracterizadas por la compenetración bilingüe del español y las
lenguas indígenas, además de numerosas áreas bilingües pequeñas y aisladas cuyas
consecuencias lingüísticas no se extienden más allá de los enclaves étnicos. Con la excepción del
Paraguay, los principales hablantes de las lenguas indígenas pertenecen a las respectivas
comunidades étnicas y muchos hablan el castellano como segunda lengua –a veces con poca
soltura y con amplias huellas de su lengua nativa–. Como muestras prototípicas de las
2
consecuencias contemporáneas del contacto de lenguas se presentarán datos de: (1) Yucatán
(México) –contacto con las lenguas mayas; (2) la sierra andina, desde el sur de Colombia hasta
Bolivia– contacto con el quechua y el aymara; (3) el Paraguay y zonas vecinas –contacto con el
guaraní.
2.1. El español y las lenguas mayas en Yucatán
En las zonas mexicanas de habla maya (principalmente los estados de Yucatán, Quintana
Roo, pero también Campeche y Chiapas), el español es la segunda lengua de amplios sectores de
la población, y muchos no lo hablan en absoluto. Alvar (1969), Lope Blanch (1979), Suárez
(1980) entre otros ofrecen un panorama del español yucateco. El bilingüismo hispano-maya en
Yucatán engloba una amplia gama de niveles de proficiencia en lengua española. Los que hablan
el español con facilidad no presentan características del maya, mientras que los bilingües que
dominan más el maya hablan con rasgos fonéticos y gramaticales trasferidos del idioma maya,
así como unas construcciones que, aunque no sean calcos directos de la lengua maya, forman
parte de la interlengua de los indígenas que todavía no hablan el español con soltura. Las huellas
mayas en el español yucateco son principalmente de índole fonética: (1) una fuerte constricción
glotal entre palabras, en vez del enlace usual y la resilabificación de las consonantes finales:
mis
hijos
[mis?ixos]; (2) consonantes oclusivas glotalizadas y aspiradas, lo cual produce un acento
muy diferente de las variedades monolingües mexicanas; (3) articulación oclusiva de /b/, /d/ y /g/
aun en contextos posvocálicos (todo [to-do]). Es típica del acento yucateco la realización de la
/n/ final de palabra como [m]:
Yucatán
[yu-ka-tam]. Se da el mismo fenómeno en las variedades
regionales del maya, y por lo tanto es probable que se deba a la interferencia fonética. Igual que
en Guatemala y El Salvador, en Yucatán se da la combinación del artículo indefinido y el
posesivo:
le da una su pena decírtelo; tiene que darse uno su gusto;
se trata de un calco del maya
(Martin 1985). Los yucatecos bilingües pueden emplear el posesivo redundante en
construcciones del tipo
me dieron un golpe en mi cabeza, te cortaste tu dedo,
así como en
su
papá de Pedro.
El empleo del clítico pleonástico e invariable
lo
también ocurre:
lo arreglé la
casita, sacalo las botellas,
¿No
te lo da vergüenza? Ya me lo cayó el diablo; no te lo invito a
sentarte porque ya es tarde.
Estas combinaciones no son traducciones del maya sino
construcciones consolidadas en la interlengua de los indígenas que no tienen un dominio
completo del español.
2.2. El español en la zona andina en contacto con quechua y aymara
Los dialectos andinos del español se extienden desde el sur de Colombia hasta el rincón
noroccidental de la Argentina y un pequeño enclave en el norte de Chile; pero las zonas
principales engloban la región serrana del Ecuador, el Perú y Bolivia. Cerrón-Palomino (2003),
Mendoza (1991), Sánchez (2003) y Escobar (1988, 1990) figuran entre las monografías más
completas sobre el bilingüismo andino. La lengua quechua con sus variedades regionales forma
la base del bilingüismo andino excepto en el sur del Perú, una parte de Bolivia y un enclave en el
norte de Chile, donde el aymara es la principal lengua autóctona. Aunque muchos expertos
afirman que el quechua y el aymara no pertenecen a la misma familia lingüística (p.ej., Hardman
1978, 1979), comparten casi todas las principales características morfosintácticas y fonéticas, tal
vez por los siglos de convivencia. Por lo tanto, los efectos de ambas lenguas sobre el español
andino son casi idénticos, salvo el caso de los préstamos léxicos respectivos.
3
Entre los bilingües menos proficientes en español, se nota una neutralización parcial de
las vocales /i/-/e/ y /u/-/o/ como reflejo del sistema trivocálico de las principales lenguas andinas.
Esta fluctuación e inseguridad en cuanto al correcto timbre vocálico conlleva un fuerte estigma
sociolingüístico y recibe el nombre despectivo de
motosidad
(en Bolivia se dice
hablar
moteroso).
En la literatura costumbrista andina se suele representar las neutralizaciones vocálicas
como una mezcla desordenada de vocales equivocadas, pero ningún hablante habla de esa
manera. Aun los bilingües con poca competencia activa en español sólo se equivocan de vocal
ocasionalmente, nunca con la frecuencia e intensidad de las parodias literarias, como los textos
siguientes:
No poides, tata. Yo tener que regresar al tambo para coidar mis borritos. (Botelho Gonsálvez 1997:20)
Nara sempre mama, nara, sultera jay suy. (Barrera 2000b:98)
Chau “ahuichito”, y dipindi di vus para salvarti, e si nu puidis, mi lo salodas a dun San Pidru, é si pur casoalidad ti
mandan dundi dun “SATA”, me lu deces qui il pruximu añu voy bailar la deablada in so comparsa (Barrera
2001b:75).
Ti loy traydo un poquito di discados y requesón pa que comas ... Juancho, istás meletar tris años, en tris años no has
trabajadu. Por quí no te reteras y guelves a nuestro ayllu? (Botelho Gonsálvez 1965:75).
Es más realista la siguiente imitación:
De esa si nu podría decir nada. La otra vez dicen qui ha quirido entrar en su tienda el hijo del Manuchu, que siempre
estaba enamorado de ella. Piro mitió tal escándalo en Ismicha, que, el Sub le había ayudadu, haciéndolo meter a la
policía al tipu …(Blym (1940:36).
Otro producto de la interferencia de las lenguas andinas son los frecuentes lapsos de
concordancia nombre-adjetivo y sujeto-verbo, así como la preferencia por el orden de palabras
COMPLEMENTO
-
VERBO
:
casa tengo.
Son frecuentes las construcciones del tipo
de Juan su mamá,
del perro su rabo,
siendo calcos del quechua; igualmente se escucha –sobre todo en la sierra
ecuatoriana– la combinación
dame cerrando la puerta
“cierra la puerta”,
dame comprando un
periódico
“cómprame un periódico”. En toda la zona andina es usual la repetición del clítico de
complemento directo al lado del complemento nominal; en los sociolectos menos proficientes en
español, el clítico se reduce a
lo
invariable (le en el Ecuador). Unos ejemplos recogidos en el
habla espontánea son:
cerrámelo la puerta
[Bolivia];
¿Me lo va a firmar la libreta?
[Salta,
Argentina];
Se lo llevó una caja
[Perú];
Le veo el carro
[Ecuador]. Se ha sugerido (Lipski 1996a)
que el clítico invariable representa en efecto la gramaticalización de
lo
como partícula que marca
el complemento directo (marcador acusativo). Esto ha ocurrido debido a un reanálisis basado en
la coincidencia casual de los clíticos preverbales en español y el marcador del acusativo en
quechua. En quechua la partícula enclítica –ta se coloca al final del complemento directo:
T'ika
Flor
Ima
Qué
ta
-ACC
-ta
ACC
kuchu
cortar
kuchi
cortar
-ni
1sg (lo corto la flor)
-ni?
1sg (¿qué
lo
corto?)
De acuerdo con el patrón gramatical típico del quechua, de orden (S
UJETO
-) O
BJETO
-V
ERBO
, el
sufijo acusativo –ta ocupa la posición inmediatamente preverbal, igual que los clíticos acusativos
en español. Si los hablantes del quechua que adquirían el castellano interpretaban
equivocadamente el clítico monosilábico
lo
del español como el marcador acusativo homólogo,
su primera aproximación al español sería:
[la] casa-lo tengo.
Al llegar a dominar el orden
4
sintáctico preferido del español –(S)VO– la partícula
lo,
que originalmente había desempeñado
la función de marcador acusativo en la interlengua de los bilingües, se desprende del
complemento directo y se junta al verbo mediante la proclisis normal del español. Así es que la
falta de concordancia con el complemento directo y la presencia de
lo
aun cuando el
complemento directo es inanimado se explica por la función original de
lo
en la interlengua
como marcador del acusativo.
En el español andino también se producen complementos directos nulos con referencia
definida:
Hace tiempos que no recibo una carta tuya. Estoy extrañando
[Ø]
mucho
[Bolivia];
Al
chofer
[Ø]
le di
[Ecuador];
A veces nos traía carne, así. Nos
[Ø]
traía siempre para vendernos
así
[Perú]. Estas combinaciones son agramaticales en los dialectos monolingües del español de
otros países; en la zona andina reflejan la presencia de complementos directos nulos en quechua
y aymara.
El español andino se caracteriza por el uso amplio de diminutivos, como reflejo de los
marcadores honoríficos del quechua y aymara. Es posible convertir a la forma diminutiva
números (cincuentita), demostrativos (estito), adverbios (nomasito) y gerundios (corriendito),
entre otros. A veces el diminutivo español se combina con el sufijo diminutivo –y del quechua:
hermanitay, corazoncitoy.
¿Estás
yendo y?
¿Te
acuerdas y?
Los bilingües español-aymara suelen
añadir
pero
al final de las oraciones para indicar un matiz de disculpa o lástima:
no ha venido,
pero
[lamentablemente].
En la zona andina el tiempo pluscuamperfecto del indicativo funciona con valor
evidencial frente al pretérito simple:
llegaste
(te vi llegar) –
habías llegado
(me han dicho/tengo
entendido/deduzco que llegaste). El quechua y el aymara cuentan con paradigmas verbales que
expresan el mismo matiz semántico; esta dicotomía ha sido transferida al español andino con una
sutileza que a veces pasa desapercibida entre hablantes de otras variedades del español.
2.3. El español en contacto con el guaraní en el Paraguay
El español convive con la lengua guaraní en el Paraguay y en grado menor en los llanos
bolivianos y el noreste argentino. Para el español paraguayo pueden consultarse Corvalán (1977,
1983), Corvalán y Granda, eds. (1982), Granda (1988), Krivoshein de Canese y Corvalán (1986),
Usher de Herreros (1976). Los hablantes bilingües cuyo dominio del castellano se aleja de la
competencia monolingüe suelen introducir modificaciones fonéticas que dan constancia de la
lengua guaraní: hay constricciones glotales entre palabras, existe la tendencia de realizar las
obstruyentes sonoras /b/, /d/ y /g/ con articulación prenasalizada [
m
b], [
n
d], [
ŋ
g] en posición
inicial de palabra. Entre las modificaciones morfosintácticas se encuentran las siguientes, que
reflejan tanto la estructura gramatical del guaraní como la formación de una interlengua por los
bilingües menos proficientes en español:
(1) La combinación
un mi amigo, otro mi hermano.
(2) La combinación
todo (ya)
tiene valor perfectivo:
Ya trabajé todo ya
[he terminado];
Mañana compraré todo para tu ropa
[acabaré de comprar …].
(3) Se dan las combinaciones dativas personalizadas
se murió de mí mi perrito; La madre
cuida a su hijo para que no se ahogue de ella.
(4) A veces se elimina
tan
en las comparaciones de igualdad:
mi hermano es [tan] alto como
el de Juan.
(5) A veces desaparece la cópula
ser: eso [es] lo que yo te pregunté.
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(6) Se produce el desdoblamiento de los clíticos de complemento directo (le/les en el español
paraguayo) sin concordancia de género gramatical:
Les visité a mis tías; Le quiero a mi hija.
(7) Al igual que el español andino, también ocurren frases con complementos directos nulos,
aun cuando tienen referencia definida: ¿Viste
mi reloj? No, no vi
[Ø].
3. El español de América en contacto con otras lenguas europeas
Dejando al lado el caso de la frontera de Brasil con los países vecinos de habla española,
el español de América está en contacto con otras lenguas europeas como consecuencia de dos
procesos demográficos: la inmigración de europeos a países hispanoamericanos y la emigración
de hispanoamericanos a países americanos donde se habla otra lengua europea. En general, los
inmigrantes europeos no han llegado en cantidades suficientes como para afectar los dialectos
regionales del español fuera de los pequeños enclaves étnicos donde viven los colonos de las
primeras generaciones. Por lo tanto se trata de matices microdialectológicos que raras veces
llegan a forma parte del lenguaje nacional. En tiempos pasados, unas corrientes migratorias de
Europa dejaron huellas más profundas en el español de América, sobre todo los millones de
italianos que llegaron al Río de la Plata hacia finales del siglo XIX y comienzos del XX. En la
actualidad sólo existen pequeñas comunidades de descendientes de inmigrantes europeos donde
se mantienen todavía las lenguas ancestrales en contacto con el español. Se ofrecerá una
selección representativa de estos casos de microbilingüismo para ejemplificar otra faceta de la
diversidad del español americano.
3.1. Los dialectos italianos en México
México ha recibido una inmigración italiana considerable, pero la mayoría de los
inmigrantes italianos se han integrado rápidamente a la vida mexicana, sin dejar palpables
huellas lingüísticas y culturales. En algunas áreas rurales, se han establecido colonias de
inmigrantes italianos; a lo largo del tiempo han ido desapareciendo los dialectos regionales de
Italia que se hablaban en estas comunidades, pero queda todavía una comunidad mexicana donde
la lengua ancestral de los descendientes de italianos se mantiene con tenacidad. En concreto, el
pueblo de Chipilo, en el estado de Puebla, todavía conserva el dialecto del véneto italiano más de
cien años después de su fundación (MacKay 1993; Romani 1992; Zago Bronca 1998). El véneto
se parece más al español que el italiano estándar; por ejemplo, los infinitivos de la primera
conjugación terminan en –ar en vez de –are y muchos participios pasados terminan en –á en vez
de –ato/-ata. Este último fenómeno se parece a la realización –ada > –á del español popular.
Estos hechos dialectales facilitan la compenetración del español y el dialecto de Chipilo, así
como la influencia del español en el dialecto véneto mexicano, como se observa, por ejemplo, en
el empleo del pronombre
nos
en vez de
ci/noi
y la formación de combinaciones híbridas como
frijoliti.
También existen casos de interferencia del véneto sobre el español, por ejemplo la
neutralización /r/-/rr/ (areglao en vez de
arreglado),
el empleo de formas plurales derivadas del
véneto (añi por
años, aseitune
por
aceitunas)
y de sufijos verbales (acepten por
aceptaba,
establesesti
por
establecidos).
El véneto no desplaza las palabras interrogativas al comienzo de la
cláusula, y los chipileños menos proficientes en español reflejan la sintaxis del substrato al decir
¿Tú
vives dónde?
¿Esto
cuesta cuánto?
El véneto también manifiesta la doble negación, la cual
se traspasa al habla chipaleña coloquial:
No lo tengo no.
El caso de Chipilo ejemplifica la
tenacidad de muchas lenguas de inmigración dentro de los enclaves étnicos en Hispanoamérica.
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